La famosa flora bacteriana se llega a denominar de muchas maneras. Nos vamos a referir a ella como la microbiota intestinal.
Para empezar, ¿Qué es la microbiota intestinal? Es el conjunto de microorganismos que conviven, a través de una relación comensal, en el intestino.
Cada una de las especies de nuestra microbiota tiene su propio código genético (genoma) y el conjunto de todos los genes de los microbios es lo que denominamos Microbioma, nuestro segundo genoma. El genoma humano es exclusivo de cada uno, excepto en gemelos idénticos; sin embargo, no hay dos microbiotas intestinales exactamente iguales, ni siquiera la de los gemelos.
Los microorganismos de la microbiota, según su comportamiento, pueden diferenciarse en:
- Comensales. Las que denominamos “buenas”. Conviven en el organismo de manera beneficiosa para el individuo.
- Mutualista. Ambas partes obtienen beneficio. En equilibro se consideran “ de las buenas”.
- Patógenos / parasitarias. La presencia de éstos en el organismo pueden provocar diferentes patologías.
La microbiota está presente de forma mayoritaria en la parte final del intestino, es decir, en el colon (porque las secreciones ácidas, biliares y pancreáticas del estómago y duodeno y el movimiento peristáltico del intestino delgado dificultan su colonización). Hay estudios que sugieren que la cantidad de bacterias que viven en el intestino grueso es superior a la cantidad de células corporales totales del huésped.
Como hablamos en el blog “El intestino, su principal escudo”, la microbiota representa un importante mecanismo de defensa frente a infecciones y también es importante para el aporte de nutrientes al organismo. La microbiota produce metabolitos que funcionan tanto como energía para las células epiteliales del intestino como metabolitos que pueden ser absorbidos por el hospedador.
Es por todo esto que a la microbiota hoy en día se le denomine el órgano olvidado.
Las principales funciones de la microbiota son:
- Proteger contra patógenos: Se encarga de evitar que las sustancias químicas que eliminan las bacterias patógenas se adhieran al intestino (por el efecto barrera del que hablamos aquí). Las inmunoglobulinas se adhieren a los parásitos, virus, bacterias o partículas extrañas para evitar que pasen a la sangre. Por tanto, el intestino desempeña una función fundamental de defensa.
- Alimentar al intestino y al perro: ayudan en la digestión de las fibras produciendo ácidos grasos de cadena corta (butirato, propionato o acetato) los cuales son alimento para las bacterias comensales de la microbiota y en la producción de diferentes vitaminas (como la B y la K que el organismo no es capaz de sintetizar).
- Afecta al estado de ánimo de tu perro: el eje intestino – cerebro hace posible la conexión de nervios y hormonas entre el intestino y el sistema nervioso.
¿Y cuando se pueden ver estas funciones en peligro? Cuando la salud intestinal no es correcta, la microbiota se ve afectada. Sobre esto hablamos en el blog “Disbiosis intestinal”.
