El intestino es el órgano con más superficie en contacto con el exterior, siguiéndole la piel. En perros de raza grande, el intestino puede llegar a medir más de 6 metros. Además, el intestino está compuesto por muchos pliegues en forma de vellosidades lo que hace que la superficie del intestino sea aún mayor.
Gran parte de los mecanismos de defensa del organismo se encuentran en el intestino. De hecho, se considera que el 90% del sistema inmunitario se encuentra en el intestino. Este recibe diariamente una enorme carga antigénica y es capaz de distinguir entre patógenos invasores y antígenos inocuos procedentes de los alimentos y de bacterias comensales.
El intestino tiene diferentes mecanismos para evitar que sustancias nocivas penetren en el organismo: enzimas digestivas pancreáticas, el epitelio intestinal y la flora bacteriana . Sin embargo, la más efectiva está constituida por el tejido linfoide asociado al intestino, el famoso GALT.
Si las toxinas consiguen pasar la barrera mucosa del intestino, el tejido linfoide intestinal (GALT) evitará que éstas migren a la sangre gracias al número de linfocitos del que se compone y éstos generan aproximadamente un 70% de los anticuerpos del organismo.
Las principales funciones del epitelio intestinal son:
- Absorber los fluidos y nutrientes esenciales para la sangre
- Actuar como barrera para proteger al cuerpo de las infecciones y toxinas
La capa más interna de la pared intestinal es la barrera mucosa, la cual se vuelve permeable para poder controlar qué nutrientes se absorben e impide que los alérgenos, los microbios y otras toxinas entren en la sangre actuando como una barrera física. Gracias a la barrera mucosa intestinal, el alimento comienza a formar parte de nosotros/ellos al entrar en los tejidos y en el torrente sanguíneo.
Además, determina el tipo de respuesta inmunitaria necesaria para combatir los gérmenes que puedan aparecer.
La mucosa también es una fuente nutritiva de la que pueden alimentarse algunas bacterias que componen la microbiota, o sea, que esta capa mucosa también sirve de alimento para algunos de sus huéspedes y ellos, a su vez, ayudan a defender al intestino de la invasión de sus bacterias patógenas siendo capaces de equilibrar el sistema inmunitario. ¡Este mecanismo es todo un escudo de defensa!
Pero ojo, al ser alimento de las bacterias, si demasiados microorganismos se alimentasen de este “moco”, esta capa quedaría debilitada. Por eso es importante tanto la composición de la microbiota como la cantidad de bacterias de la misma.
Si el patógeno consigue atravesar el intestino delgado y llega al colon, competirá con las bacterias comensales por el alimento de la capa mucosa y si no existe una flora bacteriana en buen estado estos patógenos empezaran a multiplicarse, produciendo un desorden intestinal, llamado disbiosis intestinal.
Para conocer más sobre la disbiosis sigue leyendo nuestro blog aquí.